La Pasión de Cristo III
A día de hoy, cincuenta y cinco países en el mundo mantienen la pena de muerte en su legislación. De éstos, nueve solo la imponen en crímenes mayores y veintitrés no la han utilizado en los últimos diez años. De las tres formas de ejecución en la antigüedad, la crucifixión era considerada la más cruel. Combinaba espectáculo y tortura para infundir el mayor terror posible a la población.
En este tercer capítulo de la serie sobre los últimos días de Jesús en la Tierra, hablamos de la muerte y crucifixión de Jesús siguiendo la narración de los Evangelios.
Con Julio García Celorio, pastor evangélico, nos adentramos en algunos elementos de la muerte de Jesús.
Ropa de Jesús
El reparto de las ropas de Jesús por los soldados romanos no era algo excepcional, sino más bien una costumbre de la época. Aún así, este simple hecho quedó recogido y profetizado ya a través de un salmo de David, en el Antiguo Testamento.
Poncio Pilato
El gobernador de Judea no tenía intención de matar a Jesús, ni encontró razones para ello, pero finalmente cedió a la presión de los judíos. Cuando éstos descubre que en la cruz figura un letrero con la causa de su condena: “Este es Jesús, el rey de los judíos”, muestran su rechazo, pero en este caso Poncio Pilato se muestra inflexible.
Los detractores
Se mofan de Jesús recordándole sus palabras y milagros, pero él lo asume porque sabe a qué ha venido y va más allá. Perdona a sus ejecutores desde el amor incondicional, algo que demuestra su carácter divino.
Los dos ladrones
Aunque parece que ambos injurian a Jesús, uno de ellos se arrepiente de su actitud pidiéndole ayuda. Él lo acoge en su reino y en su eternidad.
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