Tras la Navidad, la mayoría de los españoles ya tenemos la mirada puesta en la Semana Santa y no precisamente por razones religiosas, más bien por la posibilidad de descansar o viajar que nos dan esos días de vacaciones. Pero la Semana Santa tiene su razón de ser. Éste es el primero de cuatro episodios con el que comenzamos una serie sobre los últimos días de Jesús en la Tierra, siguiendo la narración de los Evangelios.

Empezamos con el complot para matar a Jesús y su arresto en una conversación con Pau Grau, pastor de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Valencia.

La amenaza de Jesús

El statu quo religioso y sus dirigentes, los saduceos y fariseos, ya veían en Jesús una figura molesta para los intereses de su tiempo.

La última cena

Jesús da pan y vino a sus discípulos con un simbolismo que perdura hasta hoy para los cristianos. Había otros alimentos en la cena de Pascua, pero éstos son elegidos por Jesús para “ilustrar el grado de entrega que él va a dar en servicio y salvación de sus propios discípulos”, apunta Grau. La conocida frase de Jesús “Haced esto en memoria de mí” alude no solo a su muerte y resurrección, sino a toda su vida y enseñanza; es más, a toda su persona. Son elementos simbólicos, no tienen otro significado, aunque sí es un acto memorial de gran profundidad espiritual para el que participa.

Oración en el huerto

El sufrimiento de Jesús es totalmente humano. Sabía que se enfrentaba a una muerte cruenta y horrenda, pero su grado de obediencia a Dios era completo. Es lo que define su entrega.

Arresto

Jesús expresa que tiene autoridad para eludir la muerte, pero no lo hace. En el interrogatorio, reitera que representa un nuevo reino con otros valores basados en el poder de Dios.